Backside of the life

Tela extendida, madera colocada formando un rectángulo, grapa en los bordes, subida al caballete y a llorar. El cuadro no sufre, sino llora como un bebé recién nacido, expectante del mundo. A medida que pasa el tiempo, la obra va cogiendo experiencias que se materializan en su superficie con color y sombras. No sabe su futuro, porque no depende de él; pero va descubriendo, poco a poco, qué y quién hay delante suyo. Pasa tiempo solo, a medio-pintar; miedoso de que algo perturbe su camino hacia la expresión más soberbia del arte. 

Llega un día en el que se ha hecho viejo y nada lo sorprende. Las tonalidades y texturas de su piel ya son siempre las mismas; tan solo el polvo se preocupa por él. Es en ese momento, en el que el cuadro se pregunta qué hay detrás suyo, es decir, el lado no pintado. Inexorablemente, vuelve a tener miedo como si fuese un crío ya que sabe que nunca lo va a poder saber. El lienzo vive y siente temor hacia lo desconocido.